El Dolmen de Soto, se encuentra en la finca "La Lobita" del termino municipal de Trigueros y es uno de los monumentos megalítios más importantes de la península. Esta en buen estado de conservación y no fue expoliado, gracias a lo cual se encontraron ocho cuerpos colocados en cuclillas con sus ajuares correspondientes.
Es un monumento megalítico funerario de corredor hallado en 1923 por Armando de Soto. Es un importante mausoleo de la Edad del Cobre. Es uno de los de mayor tamaño de Andalucía y de los más importantes de España. Está catalogado como Monumento Nacional[1] Este monumento megalítico fue uno de los primeros conocidos en la provincia de Huelva. Su primer estudio y excavación lo realizó en 1923 Hugo Obermaier, tras su descubrimiento por los obreros agrícolas que trabajaban en la finca La Lobita por entonces. El dolmen de Soto forma parte de las construcciones dolménicas del occidente europeo y puede ser clasificado dentro del tipo de corredor y cámara en "V". Se halla cubierto por un túmulo y tenía un anillo perimetral de piedra que lo delimitaba. Su estructura está conformada por una serie de dólmenes sucesivos formados por pilares (ortostatos) como soportes verticales y losas de cubierta, todos ellos de arenisca y pizarra, y también de caliza y conglomerado de la zona, aunque de algunas de ellas la cantera más cercana se halla a unos 40 kilómetros de distancia, como en Tejada (Paterna- Escacena del Campo) y son de grandes proporciones y peso.
Con sus 20,90 metros de largo es unos de los de mayor longitud de la península y el mayor de la provincia, lo que lo singulariza respecto a los demás dólmenes conocidos de Huelva. Su altura interior es igualmente considerable desde los 1,45 metros de la entrada, que progresivamente va en aumento hacia la cámara, donde alcanza los 3 metros. El pasillo o corredor a 4 metros de la entrada se estrecha mediante el enfrentamiento de dos ortostatos formando como una puerta de acceso al área que llega hasta la cámara. Los numerosos grabados que enriquecen sus paredes constituyen uno de los más importantes conjuntos simbólicos de la Península Ibérica y se hallan constituidos por simples líneas, cazoletas, "puñales", ídolos, figuras antropomorfas y otros signos.
Se conserva gran parte el túmulo de cubrición, que con sus 75 metros de diámetro, destaca de forma estratégica en el paisaje de suave llanura en el que se enclava. Es decir está construido para ser visto, por lo que su carácter de hito territorial puede al menos sospecharse. En la publicación de Obermaier de 1924 se describía el hallazgo de ocho cadáveres adjuntos a los pilares que presentan grabados, aunque la fiabilidad de esta descripción está cuestionada por parte de algunos investigadores actuales. El ajuar funerario que acompañaba a los difuntos se componía de hachas pulimentadas, cuchillos de sílex, vasijas de cerámica a mano, cuentas.
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